Breve apunte sobre las lagunas del cortijo de Canillas.

lagunas de Canillas 1945-1946

Vista aérea del cortijo de Canillas y sus dos lagunas. Foto del vuelo americano de 1945-1946

La cortijada de Canillas, aunque en término santaellano, está muy relacionada y vinculada con Montalbán, debido a su cercanía y a que sus propietarios son montalbeños. Por los restos arqueológicos encontrados se sabe que este cortijo fue zona habitada desde la antigüedad, como así quedó plasmado en la tesis doctoral “Santaella y el suroeste de la Campiña Cordobesa en la Baja edad Media”, de Javier López Ríder, donde podemos leer lo siguiente (pág. 331): “Si se atiende a los restos arqueológicos, los resultados son muy numerosos, manifestando que hubo un nivel poblacional importante. En el extenso término de Santaella se han documentado hasta 65 yacimientos adscritos al mundo romano tanto para época Republicana, como para el Alto y Bajo Imperio. Algunos de ellos ya poseían población desde etapas anteriores, e incluso continuarán habitados en los años bajomedievales, como Canillas, Las Canteruelas, cerro de Mingoillán, El Garabato, La Higuera, La Membrilla, El Toril, el propio casco de Santaella y sus inmediaciones, entre muchos otros. En todos ellos aparece gran cantidad de tégulas, cerámicas o ladrillos, la mayoría muy fragmentados”. Durante la Baja Edad Media, Canillas era un pequeño núcleo de población a modo de pequeña aldea acortijada, como lo era también Montalbán en aquellos años. Sabemos que el cortijo de Canillas fue propiedad de la casa señorial del Alcaide de los Donceles, para más tarde pasar a propiedad de Don Pedro de Solier, obispo de Córdoba, aunque parte del mismo (o todo en su conjunto) pasó a manos del Señorío de Aguilar, toda esta información está recogida en la tesis doctoral antes citada de Javier López Ríder, donde en diferentes párrafos podemos leer lo siguiente (pág. 465): “En 1409, doña Inés, mujer de Diego Fernández de Córdoba, alcaide de los Donceles, deja en su testamento a su hijo Martín Fernández, alcaide, todas las propiedades que poseía, entre ellas la heredad de Prados Rubios, El Fontanar, Canillas y la fuente don Tomás, con las tierras que dicen de Torreblanca y con tierras de Juan Gil, alcalde de Santaella, con tierras de Gonzalo de Aguilar y tierras de Martín Fernández, hijo de Ruy Martínez, y con tierras de doña María Gil Carrillo, entre otros”. (Pág. 750): Entre otras familias que se plasmarán más adelante, los señores de Aguilar serán unos de los que posean más propiedades, aunque no los únicos. Por ejemplo, don Alfonso de Aguilar tuvo hasta 20 cortijos en las villas de Santaella y La Rambla. Y en su testamento así lo refleja al citar los siguientes bajo su propiedad: El cortijo y tierras y heredamiento que dicen de la Figuera, que renta cada año 454 fanegas de pan terciado. El cortijo y tierras y heredamiento que dicen la Fuente Felipe, que renta cada año 360 fanegas de pan terciado. El cortijo y tierras del Gascón, que renta cada año 360 fanegas de pan terciado. El heredamiento y tierras que dicen la Dehesilla que renta cada año 444 fanegas de pan terciado. El cortijo y heredamiento que dicen de Canillas que renta cada año 840 fanegas de pan terciado”. (Págs. 752-753): “Del mismo modo, los Solier llevaron a cabo distintas ventas de tierras en la zona de Santaella y La Rambla, como la realizada en 1489 por Pedro de Solier cuando vende a Alfonso de Aguilar 7 yugadas de tierra calma para pan llevar en el cortijo y heredamiento de Canillas por 165.000 maravedíes”.

Croquis cortijo Canillas con las dos lagunas 1951

Croquis del cortijo de Canillas de 1951, donde pueden verse sus dos lagunas.

En cuanto al origen toponímico del vocablo «canilla», el mismo se remonta a época romano-visigoda, como diminutivo de «canna» («caña» en latín), y siendo su significado el de una zona donde abundan los pequeños cañaverales, cosa que es del todo probable, ya que en este cortijo existían dos lagunas hasta hace pocas décadas; la «Laguna Grande» y la «Laguna Chica». Estas lagunas del cortijo de Canillas formaban parte de los pequeños y numerosos humedales que existían en nuestra comarca campiñesa más inmediata, de los que aún se conservan la laguna Tíscar (Puente Genil), la laguna del Donadío (Santaella) o la laguna del Rincón (Aguilar), y por supuesto la laguna Zóñar (Aguilar), mucho más grande y estable en cuanto a su masa de agua y estacionalidad.

Espero que esta pequeña entrada dedicada a las lagunas del cortijo de Canillas haya servido para que muchos montalbeños, sobre todo los más jóvenes, tengan constancia de que existieron, y también para saber un poco más sobre la historia de este cortijo que está tan cerca de nuestro pueblo.

Canillas y Mtb al fondo

Vista del cortijo de Canillas con Montalbán al fondo.

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