Sardinas crudas, el “sushi montalbeño”.

Las sardinas crudas pueden considerarse como una de las recetas gastronómicas más típicamente montalbeñas. Ahora que en las ciudades españolas proliferan los restaurantes de comida japonesa donde el “sushi” (pescado crudo) destaca como plato estrella, me doy cuenta de que con esta costumbre tan singular que tenemos en Montalbán parece como si nos hubiésemos adelantado en el tiempo a esta nueva moda, vamos que no es nada nuevo para nosotros. Y es que aunque al que no las haya probado nunca pueda parecerle algo desagradable, la verdad es que las sardinas crudas son una comida riquísima y que recomiendo a todos…,  simplemente están exquisitas y además son muy buenas para la salud. Es un plato de muy sencilla elaboración. Se sirven los lomos limpios de piel y raspa y acompañados de sal y un chorreón de aceite de oliva, también hay quien les pone ajo picado muy fino o incluso limón. Las sardinas crudas es un plato típicamente familiar, aunque también se consumen en algunos bares y restaurantes de Montalbán. Hay que tener en cuenta que para evitar una posible infección por Anisakis se deben congelar previamente durante al menos 24 horas, igual que se hace con los boquerones en vinagre (llamados “anchoas” en Montalbán y otros pueblos de la comarca). La tradición montalbeña de comer sardinas crudas es algo que siempre me ha llamado la atención debido a que es una costumbre muy antigua que no se da en ningún pueblo de los alrededores, de hecho no conozco otro lugar donde se degusten así, aunque he leído que en algunos lugares de Marruecos se comen también de forma parecida. ¿Cuál puede ser el origen de las “zardinas crúas” montalbeñas?, nadie lo sabe a ciencia cierta, pero todo parece indicar que es una receta de gente de clase humilde y sobre todo de cocina de circunstancias. Quizá en algún momento a alguien que estaba en el campo y no tenía forma de cocinarlas se le ocurrió limpiarlas en una fuente y echarles sal y un poco de aceite…, es sólo una hipótesis, pero parece razonable. En cualquier caso, para los montalbeños comer sardinas crudas es lo más natural del mundo, ya que estamos habituados a ello desde pequeñitos, por eso cuando a alguien de fuera le damos a conocer esta costumbre y éste pone cara de asco, normalmente sentimos una mezcla de  risa y corajillo…, pero lo mejor de todo es cuando vemos la cara de sorpresa de esa misma persona cuando finalmente las prueba y descubre lo ricas que están. Como anécdota me gustaría contar que cuando mi padre estaba en Sevilla como parlamentario andaluz a principios de los años 90, en una ocasión se juntaron varios diputados para hacer un almuerzo en el campo y cada uno llevó algo para comer o beber, mi padre fue a una pescadería, compró sardinas y las limpió en una fuente que había en las inmediaciones y se las presentó con su sal y su “aceitico”. Al principio todo eran caras de asco y sorpresa,  nadie parecía querer meterles mano, sin embargo en cuanto uno las probó y vio lo buenas que estaban, todos los demás las comieron también y se maravillaron de un plato tan singular y exquisito, felicitando al “cocinero”. Y es que sin lugar a dudas, el “sushi montalbeño” donde va… triunfa.

Limpiando las sardinas.

Degustando una tapa en Casa Angelita.